Amba Estate el té artesanal

Amba Estate: el té artesanal como medio para empoderar a las comunidades y proteger el medioambiente.

Fomentar la economía local, volver a lo doméstico, elegir el trabajo del emprendedor, optar por lo que nuestra tierra nos da en cada estación, consumir productos naturales para no contaminar el planeta ni nuestra salud. Si bien hace mucho tiempo que estas ideas estaban por aquí y allá, íbamos lento para lograr un cambio que realmente incidiera en el planeta a corto plazo.

Una vez en cuarentena y con todo el mundo literalmente “en la misma”, todos esos conceptos se volvieron más relevantes y nos replanteamos nuestras decisiones de consumo, el sentido y utilidad de comprar ciertas cosas, la importancia de generar nuestros propios alimentos. Si de esta experiencia colectiva se gestará algo mejor, no lo vamos a saber en lo inmediato, es un largo proceso y la suma de las vivencias y reflexiones personales unidas para generar cambios concretos, que impacten, será lo que nos lleve a la evolución y a prestar atención para no volver a lo que ya sabemos que no aporta, no suma y sigue sin funcionar.

Mientras vivíamos la cuarentena, voluntaria u obligatoria, el acceso a la alimentación fue revisado: quiénes acceden, cuál es la calidad de lo que consumimos, cómo nos proveemos, sobre todo cuando menguaron las opciones que teníamos y nos vimos obligados a detenernos. Ahora sí, a prestarle atención a la soberanía y seguridad alimentaria.

Como consumidora de té, hace años que me cuestiono mis elecciones, intentando que mi hábito no impacte de forma negativa y que contribuya a sustentar alguna comunidad en el mundo, ya que es un producto que no encuentro en Uruguay y es muy difícil conocer en el etiquetado la procedencia, mes y año de cosecha, qué plantación o fábrica lo elabora y de ahí poder investigar las condiciones de los trabajadores en las plantaciones y fábricas.

Cuando visité Sri Lanka en 2018, recorrí varios lugares, en los que vi distintas realidades, hasta que en el valle de Ambadandegama encontré Amba Estate. De inmediato sentí que era el lugar que yo buscaba como consumidora, y la apertura de Karuna Mohan Raj, manager de las plantaciones, a explicar en detalle los procesos, la forma de trabajar, el cuidado del medio ambiente, el impacto de las actividades en la comunidad, confirmaron ese “gut feeling” o corazonada que sentí al llegar en el tuk tuk después de una hora de viaje viendo valles y montañas.

Hoy, en 2020 y con el movimiento que trajo la pandemia y la reflexión sobre cómo atravesamos la crisis, cómo sobrevivimos con lo que tenemos, quiero compartir el trabajo y modelo de Amba Estate, que si bien es un lugar lejano, a casi 15.000 kilómetros de Uruguay y que tiene población, cultura e idiosincrasia totalmente distinta, se basa en un modelo que se puede replicar adaptándolo a nuestro país. Además de la información y formación que tuve in situ cuando estuve allí, agradezco el material y conversación con uno de los dueños, Simon Bell, nacido en Sri Lanka, que siempre está dispuesto a compartir su experiencia, contestar consultas y que cada miércoles a través de Zoom, presenta nuevas plantaciones artesanales de la recientemente creada CATA (Ceylon Artisanal Tea Association - Asociación de Té Artesanal de Ceilán). En la filosofía de Amba no hay lugar para guardarse conocimiento ni miedo o recato a compartir lo que hacen porque quizás se los copie, al contrario, alientan a los demás a replicar sus buenas prácticas, porque los motiva y entienden la importancia de las redes comunitarias. Presentan el trabajo de CATA contando que: "Desde hace dos o tres años Amba comenzó a trabajar con pequeñas plantaciones ubicadas en diferentes puntos de la isla para guiarlos en la producción de té artesanal, similar a Amba, pero cada uno con su sabor y rasgos distintivos, de acuerdo al terroir, clima, etc.

La principal misión de Amba, desde el año 2006, fecha en la que cuatro amigos de nacionalidades distintas comenzaron el proyecto con la plantación orgánica, es la de crear un modelo de oportunidad económica y restauración ambiental, en el que toda actividad mejore la vida de la comunidad y a su vez proteja el medio ambiente.

El lugar geográfico donde se sitúa Amba, en la provincia de UVA, es uno de las menos desarrollados en la isla, y fue justamente esta condición la que alentó a los amigos a invertir en este lugar, que ya traía una historia familiar fascinante e intrincada con el té que daría para hacer otra nota.

El desarrollo del té en Sri Lanka, que comenzó con la colonización inglesa, significó una oportunidad para activar la economía (amenazada cuando se contaminaron los cafetales) y si bien bien hoy es una fuente importante de trabajo y ganancias para la isla, también ha traído inconvenientes; por ejemplo la depredación de la selva natural, devastación del hábitat de animales salvajes, trabajo precario para la población y uso de pesticidas y fertilizantes artificiales que contaminan y erosionan el suelo.

Amba combina la oportunidad económica que genera la producción, venta de té, y los turistas en busca de experiencias y productos de especialidad, con las buenas prácticas que protegen los ecosistemas y regeneran el suelo desgastado por el uso de químicos.

La producción de té en Amba es a pequeña escala, no venden más de 10 kilos de cada tipo de té a sus clientes de todo el mundo, porque es enteramente artesanal; se recolecta y procesa de forma manual, con mínima intervención de maquinaria, totalmente distinta los modelos clásicos de las grandes fábricas, que envían el té a granel a la subasta de Colombo, donde los importadores lo compran para envasarlo y blendearlo en el exterior.

El modelo de Amba se creó en torno a las plantaciones, pero el té es en realidad un medio para varios fines; potenciar a las comunidades, impulsar emprendimientos, convivir con la naturaleza sin depredarla, fomentar otras fuentes de dinero para las recolectoras, revivir la economía de una región deprimida y que todo eso se logre de forma sustentable; el compost del ganado sirve para fertilizar, el control de pestes se logra a partir de mezclas de cultivos vegetales con albahaca, caléndula y otras plantas repelentes. También se practica la vermicultura (o lombricultura) y se intercala té y otros cultivos con gliricidia y otras plantas fijadoras de nitrógeno.

Para evitar la erosión del suelo, mejorar la sombra, la absorción de carbón y ayudar a restaurar los patrones naturales de las lluvias, en los últimos doce años se plantaron más de 20.000 árboles y arbustos.

Los productos que ofrecen en los alrededores: frutas, verduras, huevos, y también servicios como carpintería y albañilería se eligen para proveer al hostal de Amba, que recibe a turistas todo el año y así el dinero circula en la comunidad. Otra acción significativa es la alianza entre Amba y un Centro de Salud que funciona como residencia de mujeres que se están recuperando de enfermedades mentales. Esta asociación les permite a las mujeres trabajar para Amba creando envases artesanales para el té y artesanías que se venden en la tienda de Amba.

Los tés de Amba se producen a partir de plantas de las variedades sinensis y asamica, y muchos de los arbustos tienen 70 años, lo que representa un desafío para conservarlos y también una ventaja, porque les da un sabor único. La recolección manual de un brote y una hoja se realiza por la mañana temprano y antes de que empiece el calor más intenso se depositan en bandejas para que comience la oxidación enzimática. Una vez marchitas, las hojitas se enrollan a mano para romper las células y exponerlas al oxígeno.

El proceso siguiente dependerá del té que se quiera obtener. Por ejemplo, unos de los tés que más me gustó, por el sabor y aroma, pero también por su historia, es el Vangedi Pekoe o "Té ilícito". El nombre alude a la ley que prohíbe a los recolectores producir su propio té, que fue promulgada cuando se descubrió que se llevaban a sus casas algunas hojas recolectadas, las molían en un mortero y hacían té para toda su familia. Este proceso es replicado por las mujeres en Amba, que golpean las hojas en un vangedi (mortero) antes de fermentarlas y secarlas.

El siguiente paso en la producción consiste en la oxidación, una etapa crítica donde se fijan aromas y sabores. Por último, si el clima acompaña, se secan al sol, de forma natural y los días más húmedos se opta por un secador de biomasa con leña de ramas caídas o una secadora eléctrica construida por una compañía local.

Toda la producción de los diferentes tés de Amba, desde la planta hasta la venta en la tienda intentan generar equilibrio con el entorno.

Mientras hablaba con Simon sobre la nota y leía el material que preparó y en el que me basé para armarla, me vino a la mente la gran red de personas detrás de un proyecto que se va transformando a su vez en muchos proyectos personales, que encuentran lugar para desarrollarse y potenciar una comunidad, y que a su vez es el diferencial para que los sigan eligiendo clientes de todo el mundo, que más allá del producto, valoran todo el proceso. Una vez que visitas Amba, no podés quedar indiferente a esa dinámica y la posibilidad de replicarlo y adaptarlo a la realidad de Uruguay. Vuelvo entonces a los seis pilares de la Soberanía Alimentaria: priorizar los alimentos para los pueblos, valorar a los proveedores de alimentos, localizar los sistemas alimentarios, promover el control a nivel local, desarrollar el conocimiento y las habilidades y trabajar con la naturaleza.

En estos tiempos nuevos, donde estamos y estaremos replanteándonos la forma de vivir y producir, mucho del ejemplo de Amba y de los seis pilares me dice "tendrá que ser por aquí.

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